martes, 7 de septiembre de 2010

UNA MIRADA CONSTRUCTIVISTA

Al momento de pensar una propuesta de enseñanza, es importante tener presente las dos nociones que se encuentran dentro de este proceso: Enseñar y aprender.
La enseñanza y el aprendizaje son conceptos que se encuentran estrechamente relacionados, pero para poder comprender el vínculo que existe entre estos iremos desarrollaremos cada uno de ellos intentando, desentramar sus elementos constitutivos desde una mirada constructivistas.

En consecuencia, podemos decir que según la posición constructivista, el conocimiento no es una copia de la realidad, sino una construcción del ser humano, esta se realiza con los esquemas que la persona ya posee (conocimientos previos), o sea con lo que ya construyó en su relación con el medio que lo rodea.

Puede decirse entonces que este es un modelo que sostiene que una persona, tanto en los aspectos cognitivos, sociales y afectivos del comportamiento, no es un mero producto del ambiente ni un simple resultado de sus disposiciones internas, sino una construcción propia que se va produciendo día a día como resultado de la interacción de estos tres factores. En tal sentido el sujeto aprende a partir de su contacto con el medio entrelazado lo viejo (conocimientos previos) con lo nuevo, y realizando una primera aproximación al concepto de enseñanza observamos que esta también es el resultado de este interjuego (persona – ambiente) acompañando el proceso de construcción de significados que realiza el alumno por medio conformación de una estructura de pensamiento (Aprende a pensar) que con el correr del tiempo y la formación se va convirtiendo cada vez más compleja. Ya que la persona va internalizando ciertas habilidades pertenecientes al ámbito social y que luego va asimilando en el ámbito individual, como es el caso de la atención, la memoria y la formulación de conceptos. Cada habilidad psicológica primero es social, o interpsicológica y después es individual, personal, es decir, intrapsicológica.

“En el desarrollo cultural del niño, toda función aparece dos veces: primero, a escala social, y más tarde, a escala individual; primero, entre personas (interpsicológica), y después, en el interior del propio niño (intrapsicológica). Esto puede aplicarse igualmente a la atención voluntaria, a la memoria lógica y a la formación de conceptos. Todas las funciones psicológicas superiores se originan como relaciones entre seres humanos» (Vygotsky, 1978)”.


Continuando con este análisis, la enseñanza se posiciona entre la distancia que se encuentra el nivel real de desarrollo del sujeto, determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo las posibilidades concretas de resolverlas, siendo entonces el acto de enseñar la guía o en colaboración para hacer esto más capaz.

El docente bajo este marco referencial intenta realizar una construcción que resultado de la confrontación de una experiencia del sujeto y el conocimiento que se intenta enseñar ya que el aprendizaje no logra por medio de la transmisión de una persona a otra, de manera mecánica como si fuera un objeto sino mediante operaciones mentales que se suceden durante la interacción del sujeto con el mundo material y social.
Pero ¿cómo logra el docente confrontar al alumno con el conocimiento? Frente a esto podemos decir que el educador debe crear conflictos cognitivos o contradicciones. Es decir, debe producir situaciones que favorezcan la comprensión por parte del alumno de que existe un conflicto entre su idea sobre un determinado fenómeno y la concepción científicamente correcta. Es preciso señalar que la reorganización conceptual por la que pasará el alumno ni es simple ni inmediata, ya que no se trata de que adquiera la idea correcta en el vacío, sino que sea capaz de generalizarla.
Esta interacción que genera el docentes entre un problema a resolver y la propia experiencia de aprendizaje, incluye la ayuda activa, la participación “guiada” o la “construcción de puentes” por parte del educador, dándole al alumno consejos o pistas, siendo de modelo, realizando preguntas o enseñando estrategias, entre otras cosas, para que el alumno pueda realizar su tarea, que de entrada no sabría hacer solo.

Este nuevo concepto que atravieza la enseñanza y el aprendizaje destaca también el valor de la cultura y el contexto social, que ha visto crecer al sujeto logrando experiencias que serán también el puente para futuros aprendizajes, entonces podemos decir que el alumno desde esta perspectiva tiene un papel activo en el proceso de aprendizaje pero no actúa solo. Aprende a pensar creando, con la ayuda de alguien, e interiorizando progresivamente versiones más adecuadas de las herramientas “intelectuales” que le presentan y le enseñan.

“Respecto a la significatividad de los aprendizajes, David Ausubel (1976) sostuvo que si el estudiante logra establecer conexiones “sustantivas y no arbitrarias” entre la información que va recibiendo y lo que ya sabía, como producto de sus experiencias y aprendizajes previos, se habrá asegurado no sólo la comprensión de la información recibida, sino la significatividad del aprendizaje. Ello, teniendo en cuenta que alcanzar aprendizajes significativos supone haberse producido, ante la nueva información y en la mente de quien aprende, una revisión, modificación y enriquecimiento de sus estructuras de pensamiento, de modo que se establezcan nuevas conexiones y relaciones que aseguran la memorización comprensiva de lo aprendido”.

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